Relación Mente-cuerpo en Infertilidad

Como psicóloga que soy y conocedora de la relación simbiótica entre la mente y el cuerpo, siempre intento escarbar en los más profundo de nuestras vivencias y experiencias para intentar averiguar qué es lo que está haciendo presente y palpable un síntoma o un trastorno determinado que se muestra en nuestro organismo.

 

Dicho de otro modo, cuando aparece una determinada enfermedad o cualquier síntoma físico de que algo no va bien, debemos hacernos varias preguntas: ¿Por qué mi cuerpo está manifestando esto? ¿Qué pasa en mi mente para que mi organismo me envíe este mensaje? ¿Qué vivencia, pensamiento o emoción  está manifestándose por medio de este trastorno?

 

Nuestro cuerpo es el medio por el que nuestra mente se representa, tanto cuando las cosas van bien como cuando van mal. Siempre, una enfermedad física tiene una estrecha relación con un problema emocional. Hoy, hablaremos especialmente de qué experiencias personales podrían causar los problemas de infertilidad.

Experiencias, emociones e Infertilidad

Aunque, por fortuna, existe un gran avance en la toma de conciencia general de la importancia de cuidar nuestra mente para mantener saludable nuestro organismo, todavía hay mucho trabajo por delante derivado, por descontado, del desconocimiento al respecto. Pero, seguiremos trabajando en ello para que, cada día, esta información llegue a más gente y, poco a poco, nos cuidemos  más y mejor.

 

Cuando nacemos, lo hacemos con una información determinada que ha ido codificándose mes a mes durante la gestación pero, dicha información es sólo el comienzo de todo un aluvión de informaciones que seguiremos recibiendo día tras día de nuestro entorno: cultura, comunidad, padre y madre, familia en general, etc.

 

Todo este manual de informaciones que vamos rellenando con la experiencia, desde nuestra procreación, nos va a ir formando y va a ir determinando nuestra identidad, nuestras características (físicas y psicológicas), nuestra manera de ver la vida y actuar, cómo nos vamos a relacionar. Cada una de estas vivencias va a ir creando nuestro mapa mental de lo que significa la vida, el mundo, y por descontado, de cómo debo vivirla.

 

Incluso, aunque os pueda parecer imposible, nuestros genes tienen la capacidad de cambiar dependiendo de la experiencias vividas en relación con nuestro entorno. Es lo que conocemos como “Epigenética”. Más específicamente, es la forma en la que nuestros genes se expresan lo que puede modularse con la experiencia vivida. Por tanto, no es de extrañar que, dependiendo de los acontecimientos que nos toque vivir y cómo los vivamos a nivel emocional, nuestro organismo empiece a cambiar y nos de unas señales determinadas, ya sean positivas o negativas. Por lo general, solemos prestar más atención a los síntomas negativos.

 

Nada es fruto de la casualidad. No es mala suerte. Pregúntate: ¿por qué y para qué esta señal? Mira en tu interior y busca qué está pasando para que tu cuerpo esté manifestándose así.

 

Si nos centramos en uno de los temas que nos ocupa, el camino a la maternidad y la infertilidad, ocurre exactamente lo mismo. Por ello, cobra vital importancia en un proceso de reproducción asistida, la asistencia y el acompañamiento psicológicos. Es importante buscar los procesos emocionales que pueden estar expresándose en forma de incapacidad para concebir de manera natural.

 

En la expresión de nuestro organismo en forma de infertilidad, resulta tan importante lo que hemos vivido con nuestra experiencia, como lo que han vivido nuestros padres y los padres de nuestra pareja, incluso, nuestros abuelos, bisabuelos, etc. Dependiendo si los problemas de fertilidad son de factor masculino, femenino, o ambos, el análisis más exhaustivo deberá realizarse en una de las partes o bien, en las dos.

 

En la búsqueda del embarazo existen dos deseos: el deseo consciente y el deseo inconsciente. Los dos pueden beneficiar o interferir la consecución de este pero, es el deseo inconsciente, el que más pesa a la hora de que el embarazo llegue o no. Es nuestro inconsciente (información almacenada de nuestra experiencia con el mundo y la de nuestros ancestros) el que rige casi el 100% de nuestras vivencias. Debemos aprender a escuchar a nuestro inconsciente que, de alguna manera, le dice a nuestro cuerpo: es mejor no tener hijos.

 

Experiencias pasadas, tanto nuestras como de nuestros familiares, pueden estar marcando nuestra memoria inconsciente e indicándole a nuestro cuerpo que lo mejor para nosotros es no tener hijos porque tenerlos está relacionado con dolor, sufrimiento o desgracia. Experiencias como: abortos (ya sean voluntarios o no), violaciones, incestos, muertes durante el parto, niños nacidos con problemas de salud, entre otras.

 

También nuestra experiencia de vida puede estar diciendo a nuestro cuerpo, ahora no es el momento de ser padres, no dispongo de tiempo para cuidar a mi familia, de alguna manera ya soy padre (o madre) y no puedo tener más hijos porque no tendré los recursos necesarios para darles lo que necesitan.

Emociones e Infertilidad: Un ejemplo real

Una pareja lleva años intentando concebir de manera natural, el embarazo no llega. Tras numerosas pruebas se diagnostica un problema con la calidad espermática, poca cantidad y poca calidad. Ella no parece tener ningún problema.

Prácticamente a la vez que la pareja comienza a buscar el embarazo, muere el padre de él de manera repentina y muy traumática ocupando, dadas las circunstancias, el lugar del padre fallecido nuestro paciente que se convierte en el cabeza de familia, ocupándose de su madre y sus hermanos. A su vez, debe pasar su propio duelo por la pérdida del padre, lo cual deja en un segundo plano ya que, todos sus esfuerzos van dedicados al cuidado del resto de la familia.

 

Manifestación de su cuerpo: problemas de fertilidad. Deficiente calidad espermática.

Explicación: soy un cabeza de familia, ya tengo hijos que requieren toda mi atención, ahora no es el momento de tener ninguno más. No tengo ni tiempo ni fuerzas para hacerlo.

 

Con el tiempo, esta relación se ha ido re-estructurando y nuestro protagonista ha ido recuperando el rol que debe tener en su vida. Ha recuperado su posición de marido en busca de familia y, con este cambio y como era de esperar, su calidad espermática comienza a mejorar. Probablemente en poco tiempo más, también esta función estará totalmente recuperada para poder cumplir ahora sí, su deseo consciente e inconsciente de ser padre.

 

Dar con el problema emocional que puede estar causando nuestro problema de infertilidad no resulta sencillo pero, lo fundamental es ser conscientes de la necesidad de su búsqueda. Recordar: ¿Qué es lo que está bloqueando nuestro deseo? ¿Para qué lo está haciendo? Siempre son preguntas que obtienen respuesta.

 

Olaya Martínez

Psicóloga en Valencia

 

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Nº de Colegiada CV-13970