En las diferentes clasificaciones sobre acontecimientos que resultan graves estresores para la mujer, los problemas de fertilidad ocupan los primeros puestos. Witkin (1995) hace una de estas clasificaciones, donde obtiene, con una puntuación de 87 sobre 100, a la esterilidad como cuarto factor de pérdidas causantes de estrés por detrás de la muerte del cónyuge, el divorcio o el aborto.
La pérdida de la fertilidad es una importante fuente causante de estrés ya que se pierde algo que existía para la pareja de manera “invisible”, el deseo de hijo planificado.
Además, la infertilidad puede convertirse en un estresor crónico, ya que puede llegar a ocupar nuestros pensamientos durante la mayor parte del tiempo, una preocupación constante que puede venir acompañada de sentimientos de culpa, frustración, enfado, aislamiento o desvalorización.
Esto destaca la importancia de una buena prevención de nuestra calidad de vida emocional que, ante un problema como podría ser la consecución del embarazo, puede verse fuertemente desestabilizada.
Esta prevención en el cuidado del estado emocional es sumamente importante también si te consideras una persona ansiosa y deseas quedarte embarazada ya debemos proteger tu bienestar y emociones, así como, que el embarazo sea satisfactorio.
Además, el bebé percibe y siente cada emoción ya desde los primeros momentos del embarazo y debemos cuidar que su desarrollo sea el adecuado.
Desde aquí, vamos a trabajar con nuestras emociones y sentimientos, vamos a transformarlos en emociones y sentimientos más adaptativos, que puedan favorecer la consecución de nuestras metas y, por el contrario, no entorpecerlas y hacerlas más costosas de lograr.