
Empiezo este post comentando algo que las que me seguís de hace tiempo ya habréis intuido con el título, voy a hablar de un tema totalmente distinto a lo que estoy acostumbrada. No suelo escribir post sobre alimentación, no soy nutricionista, no paso consulta dietética, no tengo interés en recomendarte la última dieta de moda, ni estoy sufriendo el síndrome del impostor...
Pero si que hay algo que me toca de cerca con todo esto (y que nos toca a tod@s), el vínculo entre lo que comemos, lo que vivimos y como responde nuestro sistema nervioso a todo eso... Y ahí amigas, ahí si tengo algo que decir.
Vivimos en una época en la que estamos tan inmerso en nuestros pensamientos y en el caos de la vida diaria, que no nos paramos a escuchar a nuestro cuerpo y lo que necesita, por ello, en muchas ocasiones el cuerpo tiene la necesidad de gritarlo, para ver si así le prestamos atención, como cuando un niño pequeño tiene una rabieta... Tan solo quiere ser escuchado y atendido. Y una de las maneras que tiene nuestro cuerpo de mostrarnos eso, es a través de nuestro intestino. Y como cuando tenemos un problema de ese estilo no sabemos ponerle nombre, enseguida lo catalogamos de alergia o intolerancia alimenticia, y vamos tachando alimentos... Pero, y si vamos más allá, y si el problema no está en lo que comes, sino en como estás cuando lo comes...
Tú vives en el siglo XXI, pero tu sistema nervioso sigue en la prehistoria
Aunque nos creamos seres muy avanzados (que lo somos), no debemos olvidar que somos mamíferos y que nuestro cuerpo actúa como tal. Este no distingue entre un león que viene a comerte y ese correo de tu jefe que te hace ponerte de mal humor. Para el cuerpo, estrés es peligro, se activa el modo supervivencia: toda la energía va a los músculos, al cerebro, a la respiración. A lo urgente, a lo vital.
¿Y la digestión? ¿Y la menstruación? ¿Y la fertilidad? Todo queda en pausa... Porque un cuerpo en alerta ni quiere nutriste, ni quiere reproducirse, únicamente quiere sobrevivir. Por eso, si vivimos constantemente estresados, aunque intentemos normalizarlo haciéndonos creer a nosotros mismos que la vida adulta es así, si tu cuerpo no digiere no ovula, no repara, solo RESISTE.
Y ahí empieza el festival digestivo: te hinchas, te duele, te agotas, no duermes bien, y claro, vives enfadada, contigo, con la comida, etc... Nos han vendido que somos lo que comemos, pero yo te digo algo más: somos lo que nuestro sistema nervioso es capaz de digerir.
Alergias, intestino y fertilidad...La misma historia
Las que ya me seguís sabéis que mi especialidad terapéutica es la infertilidad, pues el intestino y el sistema reproductivo son primos hermanos... Porque los dos van de la mano con nuestro sistema nervioso.
Cuando el intestino está inflamado, el útero no está tranquilo. Cuando hay intolerancias múltiples, reglas dolorosas, ciclos irregulares... Detrás suele haber un sistema nervioso estresado y desregulado.
No solo digerimos la comida, digerimos emociones, pensamientos, expectativas, vivencias, etc. Y cuando todo eso se acumula el cuerpo necesita decir "BASTA". Y lo dice por donde puede, por la tripa, por el sueño, por la piel...
Así que sí, cuidar de tu sistema nervioso, es cuidar de todo lo demás. No son cosas separadas, todo se trata de piezas de un mismo puzle que eres tú y tu bienestar.
Cuando sientes que nada de lo que haces es suficiente...
Me encuentro rodeada de muchas personas que conviven con estos problemas y cada día es más habitual. Es desesperante sentir que haces todo lo que está en tu mano para estar mejor pero nada resulta del todo efectivo. Aún alimentándote de pechuga a la plancha, sigues hinchándote y encontrándote mal.
Ahora quiero darte algunos tips que puedes aplicar en tu día a día para que compruebes si empiezas a notar mejoría, como he dicho en varias ocasiones durante este post, no todo es lo que comemos, sino como lo hacemos, en que contexto. La vida moderna nos lleva locos a todos, demasiado estimulo externo, y así como decía antes, nuestro cuerpo es prehistórico e igual nosotros, en nuestro día a día deberíamos volver un poco a esos orígenes para sentirnos un poco mejor, al menos un poco más conectados con la vida.
No quiero que se me malinterprete, los avances de la humanidad son maravillosos y nos hacen tener múltiples beneficios en el día a día, pero el problema, como con todo, se encuentra en los extremos. Somos humanos pegados a móviles, raro es el momento del día en que no lo tengamos en la mano, escuchamos audio libros o los leemos directamente en un dispositivo, consumimos tal cantidad de pantallas y de ruido, que es lógico que al final del día a nuestro cerebro le cueste desconectar y poder conciliar un sueño reparador.
Ahora si, voy a compartiros esas pautas que creo son interesantes que apliquemos en nuestra rutina para empezar a sentirnos mejor:
- Mañanas primitivas (Si, tal cual lo lees). Seria super interesante intentar no usar una luz artificial al despertar, aprovechar la luz natural que entra por tu ventana o si no es posible por los horarios u otros motivos, usar una luz lo más tenue posible. Seria genial también no despertar con el móvil, no tenerlo en nuestra mesilla de noche y que pasen unos minutos hasta que lo cojamos por primera vez... Conectar con la vida antes que con la red.
- El movimiento y la respiración. Si eres de esas personas que sueles despertar agotado, aunque suene contradictorio, haz 10 min de ejercicio, ejercicios de movilidad, estira conscientemente, incluso hacer unas sentadillas, lo importante es moverse, que el cuerpo se de cuenta de que hemos despertado y hay que activarse. Esto es una manera de liberar ese estrés que nos hace incluso ya despertar cansados, liberamos esa adrenalina que nos hace sentir que "nos persigue un depredador"
- Duchas. Ahora está muy de moda eso de meterse en una bañera con hielo, pero tranquil@s, ese no va a ser mi consejo porque yo tampoco lo haría. Pero si os diría que el siguiente paso fuera daros una ducha que os refrescase y espabilase, a una temperatura que puedas sostener pero que esté más fría de lo habitual, esto activará tu circulación entre otras cosas.
- Muévete a lo largo del día, no esperes un dolor de espalda para levantarte de la silla, haz breves descansos de mirar a la pantalla.
- Y creo que de las cosas más importantes: El protocolo de noche (si, como ese que se usa con los bebés), la forma en que cerramos el día puede cambiarlo TODO. Comprendo que es complicado, pero seria fabuloso que al menos una hora antes de dormir dejaras las pantallas de lado, bajaras la luz, meditaras... Tu cuerpo necesita entender que el peligro se ha acabado por hoy. Y si duermes mejor, digieres mejor, vives mejor... Y si vives mejor, tu cuerpo vuelve a confiar.
Sé que todo esto puede parecer poco frente a todo el ruido que hay sobre los suplementos milagrosos y mil etiquetas más... Pero os aseguro que para llevar una vida más plena, consciente, saludable y en paz... La solución y el camino se encuentra en lo más básico. Comprendo que hoy igual se te hace un mundo intentar llevar una rutina diferente a la que estás acostumbrado, que hemos normalizado que nuestro momento de relax sea ese en el que estamos tumbados antes de dormir con el móvil en la mano pasando videos sin más... Pero os aseguro que si poco a poco empezáis a poner en practica este estilo de cosas, con el tiempo os daréis cuenta de la calidad de vida que estáis ganando.
Con todo lo comentado, no quiero en ningún momento desmerecer las recomendaciones de los profesionales de la salud, cuando os encontréis frente alguno de estos síntomas, es importante acudir a tu médico y hacer las pruebas pertinentes, las alergias existen, las enfermedades del aparato digestivo, etc. Únicamente quiero que tengamos presente que no todo es una enfermedad, sino que puede ser una desconexión de nuestra propia vida y de nuestras propias necesidades primitivas
Así que la próxima vez que te preguntes ¿Qué es lo que me ha sentado mal hoy?, haz otra pregunta primero, ¿Cómo está mi sistema nervioso hoy?. Porque igual no es el pan o la lactosa... Igual eres tú, comiéndote el día sin haber respirado ni una sola vez.
Olaya Martínez Gil
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