El embarazo arcoíris: sanar sin olvidar

Volver a intentar quedarse embarazada después de haber vivido una pérdida gestacional es un acto de tremenda valentía. Es probable que al ver nuevamente un test positivo sientas una mezcla muy difícil de describir: Hay una parte de ti que siente mucha ilusión, que sonríe ante esta nueva oportunidad... Mientras otra se encoge de miedo, casi como si no quisieras celebrarlo del todo. Es como si la esperanza y la ilusión vivieran de la mano con el miedo y a eso le sumamos la culpa que puede causar no sentirte completamente feliz por la noticia.

 

Si algo tenemos que intentar tener en mente es que una nueva gestación es una nueva vivencia. Ninguna vez es igual que la anterior... Pero es humano y normal sentir que ya no es el primer embarazo, ahora sabes que las cosas no siempre salen como una espera. Sabes lo que es imaginar una vida que no llegó a ser, sabes como sostener tu dolor con discreción porque nadie sabe muy bien como acompañarte.

 

Este nuevo embarazo, aunque muy deseado, suele venir cargado de ansiedad, de pensamientos que se repiten en bucle, de preguntas sin respuesta... ¿Y si vuelve a pasar? ¿Podre soportar volver a pasar por esto?

El embarazo arcoíris y las emociones contradictorias

Muchas mujeres que han pasado por alguna pérdida gestacional se enfrentan al embarazo arcoíris (ese que llega después de una tormenta) con una especie de contradicción emocional continua.

Es muy habitual sentir miedo y junto a ese miedo culpa a su vez por sentirlo, como si el miedo fuese una traición a la nueva vida que está empezando. Otras, en cambio, se culpan por estar felices e ilusionadas, como si eso supusiera dejar atrás al bebé que perdieron.

 

Pero os cuento algo... No existe la forma perfecta de vivir este nuevo embarazo. No tienes que estar todo el rato fuerte, positiva o confiada. Y mucho menos tienes que sentirte culpable si a veces te permites flaquear o todo lo contrario, imaginar un futuro bonito aun sin saber si va a cumplirse. No somos completamente dueñas de nuestras emociones y menos en esta etapa tan vulnerable, pero si tenemos que intentar hacer todo lo que esté en nuestra mano por encontrarnos lo mejor posible, por nosotras y por nuestros bebés.

La importancia de la comunicación

Una parte fundamental del acompañamiento psicológico en estos casos, es ayudarte a dar espacio a todo lo que sientes. A poder decir "tengo miedo" sin sentir que eso es perjudicial para tu vinculo con el bebé. A llorar por la perdida pasada y, al mismo tiempo, a sonreír cuando escuchas por primera vez ese latido. No es una cosa o la otra, es todo a la vez.

 

Muchas mujeres me cuentan que, durante el nuevo embarazo, se sienten más solas que  nunca. No siempre es fácil compartir el miedo con la gente de nuestro entorno. A veces la gente, por supuesto desde el más profundo cariño que sienten hacia nosotras, dicen cosas como "Ya verás como ahora todo va bien" o "Tienes que pensar en positivo". Y aunque siempre es con una buena intención, es probable que nos haga sentir más incomprendidas, como si el dolor o las dudas no tuvieran espacio.

 

Por eso es tan importante poder comunicarte con alguien que no quiera "arreglarte", sino acompañarte. Que te escuchen sin juicios, sin prisa, que te miren con respeto y sostengan contigo lo que estas atravesando. Para muchas personas, sigue siendo una sorpresa descubrir que puedes llorar sin ser débil. Que puedes expresar tu rabia, tu miedo, tu desconcierto... Y sentirte de igual modo validada. Que puedes hablar del bebé que perdiste sin miedo a que alguien cambie de tema o te diga algo fuera de lugar.

La herida invisible

Una pérdida gestacional es una herida silenciosa. Una que no siempre se ve, pero que deja huella. Y que cuando vuelves a quedarte embarazada, esa herida puede reactivarse. No pienses que es una recaída, es un recordatorio de que tu cuerpo y corazón guardan memorias. Por eso, debes permitirte vivir este nuevo proceso con suavidad, con escucha interna, debes tratarlo como un acto de cuidado profundo.

 

A veces ayuda mucho escribir, o incluso hablar con tu bebé, con el que se fue y con el que está. Cada mujer debe encontrar el método que le sea más cómodo y sencillo para transitar esto. Tomate un rato para ponerle palabras a como te sientes, que necesitas, que temes... No tiene porque ser perfecto, puede ser una frase suelta, una carta... Las palabras ayudan a dar forma a lo invisible y a veces, también a liberar un poco el peso.

 

Otra cosa que puede ser muy útil es crear algún "ritual" que te conecte con este embarazo desde un lugar distinto al control y la preocupación. Ponle música a tu bebé, pasa tiempo a solas tocando tu barriga... Cosas pequeñas que te devuelvan al momento presente. Porque una de las trampas, más comunes del miedo es llevarnos una y otra vez al futuro, a lo que podría pasar, a cosas que ahora, no existen.

Ecografías, revisiones y el miedo...

Cada nueva ecografía es un momento de absoluta tensión. Que sientas que en cada consulta " te juegas algo". Es normal, prepárate como necesites para ir a esas visitas, lleva a la persona que más pueda calmarte en esos momentos, pídele al profesional que te esta atendiendo que te explique las cosas las veces que haga falta, cuando estés en casa y te surjan dudas apúntalas para poder realizarlas el día de la consulta. Prepararte emocionalmente para esos momento no evita el miedo, pero puede ayudarte a sentirte un poco más sostenida.

 

Y si en algún momento el miedo se vuelve demasiado grande, si sientes que no puedes disfrutar nada o que estás desconectada del embarazo, no significa que estés fallando. Significa que tu sistema emocional está saturado, que estás en alerta y que necesitar pedir ayuda. Y pedirla no te hace débil. Es, de nuevo, un acto de amor. Por ti, por le bebé que llevas dentro y por el que perdiste.

 

No podemos pretender estar todo el tiempo bien y no tener dudas. Se trata de hacer espacio a todo lo que hay dentro de ti. De poder mirar tu historia con ternura y amor y mirar este  nuevo comienzo con una esperanza realista. Una esperanza que no niega el dolor, pero que confía en que esta vez, también puede ser diferente.

 

Aquí estás, embarazada de nuevo, respirando con cuidado, sintiendo sin saber si está bien sentir así...Pero estás. Caminando con el corazón abierto y herido a la vez. Con el miedo en un brazo y la ilusión en otro. Y eso, aunque no lo creas, también es una forma de amar.

 

Olaya Martínez Gil

Psicóloga en Valencia

 

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